El Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en Castilla y León, es fruto de la investigación realizada por la Fundación FOESSA a través de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales 2018. Es un relato del momento de incertidumbre en el que nos encontramos y una mirada a nuestra cohesión social para analizar cómo vivimos y reaccionamos ante la gran recesión, cómo estamos enfocando la salida y cuáles son las consecuencias de la crisis en la poscrisis.
En este Informe se reflejan cuáles son las características del eje integración-exclusión social, que van mucho más allá del tradicional modelo de análisis centrado en la pobreza monetaria y la privación material. Ofrece una descripción muy detallada en datos que explican la situación de las personas y los hogares en situación de exclusión en Castilla y León:
- La exclusión social se ha enquistado en la estructura social no solo en España sino también en Castilla y León. Hoy el número de personas en exclusión social en Castilla y León es de 368 mil, el 15,3% de la población de la comunidad autónoma. Es lo que denominamos la sociedad estancada, un grupo de personas para las que el ascensor de la movilidad social no funciona y no es capaz de subir siquiera a la primera planta.
- Desde el 2013 a 2018 la exclusión social solo se ha reducido un 7,5%, mientras que en el conjunto de España la caída ha sido del 27,8%. La bonanza de la recuperación ha impactado con menor intensidad en las personas más excluidas en el caso de Castilla y León.
- Crece la exclusión social severa. Esta ha pasado de representar un 5,1% de la población castellanoleonesa en el año 2013 a un 8,9% en el año 2018, un incremento muy importante, tremendamente relevante, más de un 65% de aumento.
- El 45% de los hogares en situación de exclusión tiene como persona sustentadora principal a una persona que trabaja.
- El 13% de las personas que trabajan están en exclusión social en Castilla y León.
- La dimensión que genera situaciones problemáticas a un mayor porcentaje de la población en Castilla y León es la relativa a la vivienda, con un 20,2% de la población afectada por dificultades en este aspecto.
- La población en hogares con gastos excesivos en la vivienda ha sufrido un incremento del 75%. Ya son 63.000 hogares en esta situación.
- El 58% de la población castellanoleonesa en exclusión social se encuentra afectada por alguno de los indicadores que contemplamos en la dimensión de la salud. Un incremento de más del 137%. En cinco años el efecto combinado de una mayor edad media del conjunto de la población y de la edad avanzada de un número cada vez mayor de personas con determinas carencias en este ámbito están siendo determinantes.
- La incidencia de la exclusión social, que en el conjunto de la población de Castilla y León es del 15,3%, se eleva hasta un 22,2% en hogares en los que hay alguna persona dependiente (de una forma menos intensa que en España) y hasta un 31,1% en el caso de los hogares con alguna persona con discapacidad, en este caso en mayor medida que en el resto del país.
NECESITAMOS REVINCULARNOS
Hoy ya no vivimos una situación similar a la del 2007. Vivimos en un momento de clara mutación social. Un tiempo donde las brechas que se están produciendo, como la desigualdad, la debilidad de los sistemas de gobernanza globales, la erosión de las instituciones públicas, la gestión insolidaria de las crisis, el ascenso de los particularismos y las actitudes reactivas y xenófobas que consolidan el individualismo, están hipotecando nuestro futuro.
¿Cómo conseguir que las personas, inmersas en un mundo que promueve el individualismo decidan (o accedan) a convertirse en una comunidad para facilitar el acceso de terceros? ¿Cómo hacer que la ciudadanía colabore?
El reto está en saber —y poder— construir consensos, y la herramienta que parece clave en estos momentos es la construcción de un tejido social capaz de pensar en común los diversos aspectos para que nuestra vida sea realmente social.
En definitiva, en el año 2013 planteábamos que se estaba privatizando el vivir social, cinco años después creemos que “Vivimos en una sociedad desvinculada, en la que cada vez es más difícil hacernos cargo de los que se quedan atrás, y por ello necesitamos revincularnos, y la construcción de comunidad tendrá un papel esencial”.