Una reflexión del Programa de Empleo y Economía Social de Cáritas Diocesana de Valladolid
A finales de marzo, las Trabajadoras de Hogar y Cuidados, escribieron una carta al Gobierno, demandando que se reconocieran sus derechos. Iniciadas ya algunas propuestas para proteger el empleo, aprobadas el 17 de marzo, se habían olvidado, una vez más, de ellas.
Ellas, porque según la EPA el 96% son mujeres. Casi 600.000 en España, de las cuales se calcula que el 44% no están afiliadas a la Seguridad Social. De estas hay un porcentaje que está en situación irregular. La mitad de las trabajadoras domésticas y de cuidados provienen de otros países, y son ellas precisamente las que trabajan mayoritariamente en régimen interno.
Estas mujeres se ocupan de atender las necesidades de atención y cuidados de las personas a quien no llega el sistema público de atención, que resulta del todo insuficiente. Sin embargo, son la cara de la desigualdad y de las trabajadoras pobres.
En esa carta describen cómo en esta situación de crisis muchas han sido despedidas de un día para otro, obligadas a cogerse vacaciones, y las internas han perdido no sólo sus ingresos sino también su vivienda habitual. La situación empeora aún más para las que están en situación irregular.
Más tarde, se han aprobado algunas medidas dirigidas al sector del empleo doméstico, como el permiso remunerado recuperable, o el subsidio especial para empleadas domésticas.
Sin embargo, estas mujeres siguen estando en una situación especialmente vulnerable, y solicitan al gobierno algunas medidas de protección: reconocimiento de la prestación por desempleo, que no se permita el despido libre, protección de las trabajadoras en situación irregular, control sobre el trabajo interno, provisión de EPIS, etc… Recuerdan el compromiso de no dejar excluido a nadie.
El impacto de estas crisis es una oportunidad para que toda la ciudadanía pueda cambiar la concepción social del trabajo de cuidados, tomar conciencia de las condiciones frecuentes de explotación y desprotección social en que se desempeña, y entender cómo se trata de un empleo con derecho a una remuneración justa y a unas condiciones laborales iguales que el resto de los trabajadores.
Cáritas, que cuenta con una larga trayectoria de trabajo cercano al sector de empleo del hogar, ofreciendo formación y facilitando la intermediación laboral con familias empleadoras, está siendo testigo de los graves efectos que la situación actual tiene sobre estas trabajadoras, que se enfrentan ahora a un empeoramiento de unas condiciones laborales ya de por sí muy precarias.
Por eso, desde Cáritas nos sumamos a sus demandas, y coincidimos con ellas en que TODAS LAS PERSONAS MERECEN SER CUIDADAS.