Un estudio de Cáritas y Comillas constata la grave segregación social y económica de la población inmigrante en España a pesar de su fuerte arraigo
El martes 15 de septiembre 2020 se presentó en Madrid el estudio «Un arraigo sobre el alambre”. La integración social de la Población de Origen Inmigrante (POI) en España», elaborado por Cáritas Española y el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontifica Comillas. Un estudio donde se analizan los resultados de una encuesta estatal llevada a cabo por ambas entidades para evaluar cuál ha sido en la última década el proceso de integración de los casi ocho millones de habitantes de origen inmigrante que viven en España. La investigación alerta de que algunas propuestas electorales intentan romper el consenso de la Transición al señalar a la población inmigrante como responsable de la cuestión social. Ambas instituciones apuestan por unas políticas migratorias que vayan más allá de lo humanitario y se conviertan en políticas de Estado “para todos”.
Elevado arraigo, pero bajos niveles de integración
El estudio revela, sobre todo, la paradoja de cómo, a pesar los buenos niveles de arraigo de la población inmigrante que vive en nuestro país, son personas con muy bajos niveles de integración económica y laboral. Hablamos de una migración que desde que llegó no se ha ido y que ni siquiera en los años más duros de la crisis pensaron en salir de forma masiva.
Es decir, aun cuando la población inmigrante lleva muchos años conviviendo con nosotros (13 años de media y el 75% más de 10 años), con fuerte asentamiento familiar y dominio del idioma, con uno de cada cuatro matrimonios mixtos, sin embargo, estas personas siguen ocupando los peores puestos de trabajo y las menores retribuciones por los mismos. Como se constata en el estudio, los procesos de arraigo de los migrantes en nuestro país siguen fortaleciéndose, visibilizándose además que la población migrante no sólo está, sino que quiere estar y quiere quedarse con nosotros: son parte de ese nosotros.
Segregación laboral y económica
Por eso, sorprende que estos altos índices de arraigo se den a pesar de la segregación laboral y económica que padecen. La población de origen inmigrante ocupa en mayor medida puestos en los sectores más precarizados y en los puestos de trabajo más bajos del mercado laboral. Y como también refleja el estudio, la explicación a esta segregación laboral no puede buscarse en el capital humano, ya que los niveles de formación de la población migrante son altos y sólo sensiblemente más bajos que los de la población nativa. La segregación tiene lugar sobre todo en el nivel de rentas, es decir, en el volumen de ingresos. Así, la población migrante obtiene unos ingresos medios muy por debajo de la media nacional, lo que genera gran inestabilidad vital y material en la mayoría de la población inmigrante.
Son las mujeres inmigrantes las que, en mayor medida, representan esa paradoja, al encarnar los índices más altos de arraigo y las situaciones más severas de segregación económico-laboral.
Contribuyentes claves al Estado del Bienestar
Estas situaciones objetivas de pobreza y exclusión justificarían por sí solas que las personas de origen inmigrante acudieran en mayor medida a la protección social del Estado de Bienestar, pero, lejos de lo que pudiera sostenerse desde prejuicios estereotipados, el estudio constata que la población inmigrante no sólo no abusa de los sistemas de protección, sino que además es un contribuidor clave.
Hay dos rasgos que destacan en este sentido: la población inmigrante es eminentemente joven y eminentemente activa, aspectos que, en un contexto demográfico de claro envejecimiento como el español, tienen una importancia vital. La juventud de la inmigración se traduce en mayores tasas de natalidad y menor utilización de determinados servicios, como el sanitario. De este modo, si a la mencionada juventud le unimos sus altas tasas de actividad, se evidencia que la población inmigrante supone una notable contribución al crecimiento económico y al equilibrio del gasto social, mejorando la sostenibilidad de nuestro sistema de bienestar social.
Patrón mixto de integración cultural
Asimismo, la investigación confirma que la población inmigrante desarrolla un patrón de integración cultural mixto. Es decir, en su actuar cotidiano, en su forma de vestir, su alimentación, sus normas familiares, etc… combina tanto patrones culturales de sus países de origen como costumbres adquiridas y aprendidas aquí.
La población inmigrante vive y se relaciona con la población nativa y, en general, esas relaciones son buenas y cordiales. Existe un contacto habitual y directo entre ambos grupos; somos compañeros de trabajo o pupitre, compartimos vagones de tren y autobuses, plazas, locales comerciales…, en definitiva, somos vecinos y vecinas. Y conforme más tiempo permanecen los inmigrantes en nuestro país, se generan un mayor número de vínculos significativos con la población nativa, pasando de compartir espacios públicos a convertirnos, unos y otros, en personas de referencia, amigos o parejas.
¿De qué inmigración hablamos?
- Si nos centramos en el origen étnico-nacional, hay que hablar a la vez, de concentración en torno al origen latinoamericano, y de la relevancia de la inmigración de origen marroquí. La inmigración en España se ha feminizado ligeramente, volviendo las mujeres a ser mayoritarias.
- Otro rasgo central de la POI es su juventud. En cuanto al nivel de estudios, cabe destacar que los niveles educativos de los inmigrantes son altos y muy similares a los de la población española, La inmigración, a pesar de su precariedad, es un fenómeno estructural, esto es, está indisolublemente unida a la dinámica social, económica y demográfica estructural del país, que se ha convertido en un eje fundamental del desarrollo económico y social español.
- Los niveles de participación socio-política de la POI son, aún, limitados, lo que trunca su reconocimiento como ciudadanos y la expresión de sus legítimos intereses dentro de la sociedad. La población refugiada, «furgón de cola» del proceso de integración.Los refugiados, a pesar de su firme y mayoritaria apuesta por asentarse en España, tienen un grado de arraigo que está muy por debajo de los niveles de la POI. En términos de integración socio-económica, los refugiados representan la «última estación» del intenso proceso de precarización que está presente en la sociedad española.
Un arraigo en el alambre
Los datos de la ENPOI corroboran que las relaciones entre nativos e inmigrantes, marcadas por el contacto directo y habitual en la vida cotidiana, siguen siendo cordiales a pesar de la crisis, aunque han subido los discursos nativistas y existen situaciones de hostilidad.
Durante estos años, a pesar de la crisis y la precariedad, la gran mayoría de la POI ha permanecido y, sobre todo, ha continuado, con sus proyectos de arraigo e integración en la sociedad española, sacándolos adelante a pesar de las piedras laborales y sociales que llovían sobre sus cabezas. Como consecuencia de ello, la inmigración, en la actualidad, está firmemente arraigada y establecida en el país, siendo, ya, una parte indisoluble de nuestra sociedad. De lo que somos y vamos a ser.
Para profundizar en el estudio
- En la web de Cáritas Española se puede encontrar la noticia ampliada sobre el estudio y el acceso al resumen ejecutivo: accede a los contenidos pinchando AQUÍ
- Una reflexión sobre la contribución de la población inmigrante para el crecimiento económico y el equilibrio del gasto social, disponible pinchando AQUÍ