El 19 de marzo de 1911 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, reclamando el derecho al voto de las mujeres, el derecho a la formación profesional, al trabajo y a la no discriminación laboral. Días después, el 25 de marzo, murieron 123 trabajadoras y 23 trabajadores, dejando otras 70 mujeres heridas más, debido a las precarias condiciones laborales que soportaban en una fábrica textil. Este incidente provocó cambios legislativos en Estados Unidos y vinculó este día con la denuncia de las situaciones laborales de las mujeres en todo el mundo.
En el año 1975 la ONU institucionalizó el Día Internacional de la Mujer. “El Día Internacional de la Mujer es cada vez más una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos, exigir cambios y celebrar los actos de valor y decisión de mujeres comunes que han desempeñado una función extraordinaria en la historia de los derechos de la mujer”. ONU-Mujeres.
Se ha avanzado pero hay mucho camino por recorrer
A lo largo del tiempo se han conseguido logros por estos derechos, si bien de forma desigual en el mundo.
En España, a pesar de los reconocimientos y mejoras en el ámbito de la igualdad entre hombres y mujeres (nos situamos 4 puntos por encima de la media europea según el Índice de Igualdad de Género diseñado por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género) se siguen constatando brechas significativas en múltiples ámbitos.
El trabajo parcial no deseado es tres veces mayor entre las mujeres que entre los hombres, esto se traduce en menores salarios y tiene consecuencias en su jubilación y protección social. La causa mayoritaria de ese trabajo a tiempo parcial se relaciona con el reparto desigual en las tareas de cuidado de enfermos y dependientes. Según el VIII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España de la Fundación Foessa, esta condición afecta al 28% de las mujeres frente al 4% de los hombres.
La asunción feminizada del rol de cuidadora, las dificultades de conciliación aún no resueltas, la afectación de la edad reproductiva en la vida laboral y los datos mantenidos en la brecha salarial (como media en España en el año 2020 las mujeres cobraron un 13,9% menos que los hombres), son los principales factores que influyen en las dificultades del progreso laboral de las mujeres.
Estas condiciones empeoran aún más cuando ocurren en hogares monoparentales, la mayoría encabezados por mujeres (el 81,1% según la Encuesta Continua de Hogares. Año 2019-INE). Casi la mitad de estos hogares formados por un adulto con niños a cargo se sitúa en riesgo de pobreza o exclusión social (el 46,8% de los hogares según la Encuesta de Condiciones de Vida Año 2019. INE).
Mujer y pobre, una pésima combinación
Las mujeres que sufren pobreza y exclusión social viven condiciones de desigualdad mucho más profundas. Mujer y pobreza forman una de las alianzas que producen mayores índices de discriminación.
«Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos». Papa Francisco, Evangelii Gaudium
Sin duda, una de las situaciones humanitarias más desgarradoras son las más de 21 millones de personas en el mundo que son víctimas de trata. Incluso, en esta lacra se refleja la desigualdad, pues más del 70% son mujeres y niñas.
La violencia física, sexual, psicológica y económica es otra de las graves situaciones que padecen las mujeres a lo largo y ancho del mundo. La ONU estima que cada día 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia. El año pasado en España 49 fueron asesinadas por sus parejas o exparejas y 2 niñas y 1 niño quedaron huérfanos.
“Hoy, sigue habiendo mujeres que sufren violencia. Violencia psicológica, violencia verbal, violencia física, violencia sexual. Es impresionante el número de mujeres golpeadas, ofendidas, violadas. Las distintas formas de malos tratos que sufren muchas mujeres son una cobardía y una degradación para toda la humanidad”. Papa Francisco. Febrero 2021.
Cáritas al lado de la mujer excluida
Cáritas Diocesana de Valladolid está comprometida con el acompañamiento a mujeres que padecen diversas formas de exclusión y desigualdad, tanto por causas de violencias machistas como por otras situaciones de inequidad económica, laboral, social y étnica.
Entendemos que la superación de las desigualdades será fruto del trabajo conjunto de hombres y mujeres en un marco único de derechos humanos que permita el pleno desarrollo de todas las personas.
Que la pobreza no las haga más desiguales. Seguimos caminando…