Apoyo Escolar en la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar
Soy Julia y tengo veinte años. Estudio Español e Inglés para ser profesora en el futuro.
Este año he estado haciendo un semestre de Erasmus en Valladolid, estudiando en la Universidad de Valladolid. Me enteré del “Proyecto Águila” en la iglesia. Un domingo de septiembre, mis compañeras de piso y yo fuimos a misa y después nos habló una mujer, preguntando si queríamos apoyar el proyecto. Nos pareció una gran idea y por eso decidimos participar. Para mí era una posibilidad para establecer contactos nuevos, para integrarme en el barrio, para tener una tarea con sentido, para ganar experiencia de enseñanza y para practicar más mi español.
El primer contacto con los otros voluntarios fue antes del curso. Era la primera reunión de organización en octubre. Hubo un caluroso recibimiento con bizcocho y café, pudimos conocer a todos los otros voluntarios y además pudimos ver como se organizaba y estructuraba todo. Los otros estaban muy interesados en nosotras y nos incluyeron desde el primer momento. Nos sentíamos como parte del grupo, aunque éramos mucho más jóvenes que el resto del grupo.
El primer día estaba muy nerviosa, pero al conocer a mi grupo y a las otras voluntarias con las que trabajaba, Marga y Amparo, ya se me disiparon los nervios. En mi grupo trabajamos con tres chicas y un chico, que no podrían ser más diferentes. Unos son capaces de trabajar sin ayuda y solo se tiene que revisar sus respuestas, pero con otros se tiene que hacer todos los pasos juntos.
Pero el contacto con los otros voluntarios no solo era durante las clases. Una de ellas me invitó a visitar a su familia y pasar un fin de semana en el campo – ¡una experiencia inolvidable y fantástica!. Si tenía preguntas lingüísticas o culturales podía preguntarles a ellos, que siempre me explicaban la lengua española y me ayudaron a entender el mundo hispanohablante.
En el apoyo escolar nos quedamos dos veces a la semana, durante dos horas ayudando a chic@s en situaciones de vulnerabilidad socioeducativa a hacer sus deberes y a estudiar, pero también les mostramos como se trabaja, además de aprender métodos para estudiar.
Para resumir mi experiencia en el Apoyo Escolar, puedo decir que he conocido a gente muy amable que me acogieron desde el primer momento y que son muy comprometidas con su trabajo, que se quedan después de la clase para acabar los deberes, que hablan con los padres y participan en las reuniones de voluntarios.
Además, he aprendido tener más paciencia, a ser más sensible con los niños y su humor y también a cuidar de sus habilidades. Por último, mi español: mi nivel del español ha mejorado rápidamente trabajando con los niñ@s. Ellos son muy sinceros y me dan a entender directamente si me expreso de manera incomprensible. El contacto regular me ayudó muchísimo y me dio mucha confianza en mi misma y mis habilidades lingüísticas.