En el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, Cáritas Diocesana de Valladolid recuerda los múltiples actos de violencias que sufren muchas mujeres en todo el mundo por el hecho de ser mujeres; y especialmente queremos hacernos eco de la violencia contra mujeres de nuestro entorno, vecinas, amigas, familiares… Tan cercanas y a la vez tan invisibles.
La violencia contra las mujeres es un problema causado por las desigualdades entre hombres y mujeres existentes en nuestra sociedad. Engloba todos los actos de subordinación, de poder, de control o de desigualdad contra una mujer y constituye una violación de los derechos humanos fundamentales. Se expresa de diferentes formas: maltrato físico que se manifiesta en empujones, puñetazos…; violencia psicológica a través de amenazas, insultos, chantajes con los hijos y menosprecios; acoso o agresiones sexuales; violencia económica a través del control del dinero y de los gastos…y sabemos, que lamentablemente llega en ocasiones al asesinato. En lo que llevamos de año, 41 hombres han asesinado a sus parejas o exparejas, además 23 menores han quedado huérfanos.
Si bien las sociedades de algunos países van poniendo medios de sensibilización y abordaje de estas situaciones, la violencia machista se sigue manifestando de modo especial en el ámbito familiar. Es en los hogares, donde por vergüenza, por miedo, por culpabilidad se siguen ocultando estas agresiones que tienen como punto de partida la creencia de que las mujeres son “objetos”, “pertenencia”, personas con menos derechos. A esto se une que la mujer que sufre violencia está siendo maltratada por su novio, marido, pareja…la persona a la que ella quiere y en quien confiaba. Esto le genera una ambivalencia tan fuerte en sus sentimientos que la imposibilita o le hace muy difícil tomar decisiones, denunciar y hasta explicar lo que le ocurre. Por consiguiente, se va reforzando su aislamiento y su dependencia del agresor. Y va minando su autoestima, su personalidad, llega a creer que se lo merece y que no vale nada. Y cada niño y niña, cada hijo e hija que observa, vive y siente esa situación en su casa, en lo que debería ser un espacio seguro, se convierte también en víctima, aprendiendo a vivir con miedo, a escondidas y acumulando vivencias muy dolorosas que no sabe interpretar y que le causaran graves secuelas psicológicas en su desarrollo.
Desde Cáritas Diocesana de Valladolid, lanzamos en nuestras redes la siguiente pregunta: ¿Todavía crees que sólo es su problema?. Ni como ciudadanos ni mucho menos como cristianos podemos tolerar, encubrir o justificar conductas violentas. Nos sentimos obligados a no ignorar y no contribuir a esa invisibilización del dolor que padecen muchas mujeres. Estamos obligados a fomentar buenos tratos basados en el respeto, la no violencia y la fraternidad.
Como nos recuerda el Papa Francisco en su Carta, Fratelli Tutti “… la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Es un hecho que doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos”.
El Programa ANA de Cáritas Diocesana de Valladolid comprende varios proyectos de atención a mujeres en situaciones de vulnerabilidad social con la finalidad de apoyar su desarrollo personal y colaborar en la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
En lo que llevamos de año hemos acompañado a 299 mujeres con acciones de acogida residencial, asesoramiento social y jurídico, apoyo psicológico, formación y prevención de la violencia machista.