Compartimos estos textos elaborados por algunos voluntarios y voluntarias del Programa de Personas Sin Hogar de Cáritas Diocesana de Valladolid. Desde su experiencia acompañando a estas personas, su relato puede ayudarnos a reflexionar sobre esta realidad.
No soy… soy… soy yo
No soy…
Un bulto en la acera.
No un residuo bajo el puente.
Ni un estorbo en tu camino, que evitas mirar y sorteas.
No soy la parte fea que la estética estropea
de tus jardines, ciudad…
Ni de tu puerta.
Soy…
Parte de tu realidad.
No invisible.
Aunque “no me verás”.
Soy yo…
No soy eso
que molesta tu conciencia
porque espanta tu tranquilidad.
Y si me miras sin juzgar
puede que te des cuenta
que un día…
puedes estar en mi lugar.
Marcelina, voluntaria en los desayunos y en la lavandería del Centro Lacort
¿Sin salida? Digamos basta. Nadie sin hogar.
Tengo ante mí el cartel que nos recuerda que nadie puede vivir sin hogar. Esto me lleva a realizar una pequeña reflexión que parte de mi propia experiencia vital.
Como religiosa que soy, tengo el privilegio de no carecer de vivienda. Comparto con mis hermanas de comunidad espacios sencillos y familiares, pero para mí, “mi casa” es y ha sido siempre “mi habitación”, ese pequeño espacio tranquilo, acogedor, personal y silencioso donde tengo mis cosas y realizo actividades que me gustan.
Creo que todas las personas necesitamos esas cuatro paredes que nos hacen sentir seguros, acogidos, sin peligro, a veces acompañados y otras en soledad. El estar en la calle sin cobijo nos hace vulnerables, desprotegidos, expuestos a peligros, con la sensación de no ser nadie, de no pertenecer a ningún lugar porque la calle es demasiado impersonal. Todos necesitamos el hogar que nos protege y acoge.
Luchemos para que haya “UNA SALIDA” y nadie se quede sin hogar. Digamos ¡BASTA!, y que esto no nos sea indiferente. Las personas que viven en la calle son nuestros hermanos, no los hagamos invisibles.
Pilar Olmedo CCV, voluntaria en los desayunos del Centro Lacort