En el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Cáritas Diocesana de Valladolid dice no a las violencias machistas.
“Destaco la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino una cobarde degradación. La violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de la unión conyugal. Pienso en la grave mutilación genital de la mujer en algunas culturas, pero también en la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos y a los lugares donde se toman las decisiones. La historia lleva las huellas de los excesos de las culturas patriarcales, donde la mujer era considerada de segunda clase.” Papa Francisco. Amoris Laetitia 54. (2016)
Toda violencia y discriminación es opuesta al Evangelio, degrada y es contraria al respeto y la dignidad de las personas.
Son muchas las situaciones dramáticas que se viven en el seno de las familias a consecuencia de las conductas que consideran a las mujeres como personas de segunda categoría. De modo concreto, llamamos la atención las circunstancias en las que se desarrollan las vidas de los hijos e hijas de estos hogares, en los que además de ser testigos de la violencia hacia sus madres, a veces son también objeto directo de los insultos, agresiones físicas, vejaciones, aislamiento o negligencias.
Los niños y niñas que crecen en estos ambientes van a arrastrar consecuencias que sesgarán inevitablemente sus vidas, restándoles confianza, oportunidades y sumiéndoles en el dolor. A corto plazo, el miedo y las heridas físicas centrarán su existencia. Durante años les costará afianzar sus relaciones personales, sentirse dignos y seguros y tardarán en comprender formas de amar saludables. En algunos casos más graves, habrán aprendido a desenvolverse sólo con violencia, se esconderán del mundo o arrastrarán trastornos psicológicos y psiquiátricos postraumáticos durante mucho tiempo.
Aunque como sociedad hemos avanzado, nos encontramos frente a una cuestión que sigue siendo ignorada en demasiadas ocasiones o escondida. La vergüenza, el control que mina la autoestima y la capacidad de decisión de las mujeres, la culpabilidad, la complejidad del sistema judicial, la inadecuación de algunos recursos, son algunas de las trabas que impiden que se visibilicen y resuelvan de modo más acertado estas situaciones.
Al igual que las mujeres, los menores también quedan invisibilizados en la intimidad de un delito que ocurre en el hogar.
Es preciso que como sociedad aprovechemos cualquier medio y espacio para denunciar y exigir sus derechos para vivir en paz poniendo a su disposición la ayuda necesaria, cercana, flexible y adaptada que faciliten su salida de los contextos de violencia y les proporcione alternativas de vida plena.
Como creyentes seamos testigos de buenos tratos, de relaciones interpersonales basadas en el respeto a la dignidad de todas las personas.
“Pienso en el amor enfermo que se transforma en violencia y cuántas mujeres son víctimas hoy en día de violencia. Esto no es amor. Amar como nos ama el Señor quiere decir apreciar a la persona que está a nuestro lado y respetar su libertad.” Papa Francisco. Rezo del Regina Coeli del 9 de mayo de 2021.