Nosotros somos de abrazos, aunque sean de esos casi sin sustancia, los de las palmaditas; pero somos de abrazos.
En el Programa de Infancia, Adolescencia y Juventud, de todos los sentidos, el nuestro es el del tacto, el único que junto al de la escucha, está en todo el cuerpo. Y está en el contacto de dos mejillas, de dos manos, de dos puños… de dos corazones.
Carta de una voluntaria del Programa de Prisión de Cáritas Diocesana de Valladolid
Hace tan solo unos meses, que empecé a colaborar con el Proyecto Villanubla de Cáritas. Un proyecto aparentemente sencillo, y sin embargo, complejo y lleno de retos.
¿Y qué tengo que hacer? pregunté, cuando Alberto, el coordinador, me llamó para ver si me interesaba participar en él. “Pues en resumen (me dijo) tienes que acompañar a los presos”. Y desde entonces, no he dejado de pensar en el significado de la palabra ACOMPAÑAR: compartir, estar con, caminar juntos, sentir con, ponerse en el lugar de…
Y así han ido pasando estos meses, poniendo en práctica la idea de acompañamiento y aprendiendo del trabajo de los técnicos y voluntarios.
Y de repente , y sin avisar, a tod@s nos cambia la vida. Ahora, somos nosotros los que no podemos subir la cárcel a realizar nuestro trabajo. Ahora somos nosotros, los que estamos “aislados”, los que no podemos salir de casa. Y nos damos cuenta que nos comunicamos más con nuestros familiares y amigos, nos preocupamos más unos de otros… y es este contacto continuo con los nuestros, el hace que podamos llevar mejor, esta situación de incertidumbre y aislamiento.
Desde Cáritas, se nos ocurrió hacer lo mismo con los chicos de la cárcel. Pensamos en la forma de comunicarnos con ellos y hacerles sentir que estamos aquí y queremos seguir acompañándoles. Y así fue cómo surgió la idea de escribirles cartas personalizadas y hacérselas llegar (por email) a través la subdirectora de prisión. Han cambiado las formas, sin embargo la idea y el sentimiento están más vigentes que nunca. “No tocarnos y no vernos, nos ha servido para sentirnos más cerca”.
Voluntariado y técnicos del Programa de Mayores “Envejecemos en común” palían la soledad de los participantes habituales con llamadas telefónicas periódicas
Doscientas veintiocho personas mayores recibieron a lo largo de la primera semana la llamada de los quince voluntarios y dos técnicos del Programa de Mayores “Envejecemos en común”. Las visitas domiciliarias y las actividades grupales han pasado el testigo al teléfono como herramienta para continuar con el objetivo de evitar el aislamiento y la exclusión social de personas mayores mediante la generación de redes sociales, la participación y el voluntariado.
Realizada la primera ronda de llamadas, se han identificado aquellos casos en los que es necesaria una mayor intensidad en este acompañamiento telefónico, concretándose en dos o tres llamadas semanales, dependiendo de cada situación.
El programa “Gitanas hacia el futuro” desarrolla un proceso socio-educativo integral con mujeres gitanas. Durante los 15 años que se lleva realizando, se acompañan los procesos educativos, personales y sociales de las mujeres participantes y siempre hemos procurando adaptarnos a la realidad cambiante; también ahora tenemos el reto de adaptarnos y renovar nuestra labor.
Desde el inicio de esta crisis sanitaria, las personas especialmente vulnerables sienten una gran incertidumbre hacia el futuro, entre otras cosas, debido a la información recibida por los medios de comunicación no oficiales, fuentes de información falsas… Por lo que es esencial realizar llamadas telefónicas en las que no sólo se informa sobre las medidas sanitarias, los posibles síntomas y el protocolo de actuación…sino que también se charla, se ríe y se llora, en caso de que haga falta; se sigue acompañando, estando junto a las mujeres en estos momentos en los que las personas nos podemos llegar a sentir solas y abatidas.
El equipo de trabajadoras de Cáritas en zona rural ha tenido su primera reunión telemática el martes 24 de marzo, para coordinar las acciones de atención primaria en la zona. Surge más que nunca la necesidad de sentirnos equipo en este tiempo de incertidumbre para nosotras y las personas que atendemos. Esto se agrava en la zona rural, por ser una población que está más dispersa y contar con menos recursos para atender todas las necesidades.