COMPARTE TU RED. NO DEJES QUE SE QUEDEN FUERA DE COBERTURA

Cuando nos acercamos a una persona que se encuentra sin hogar y lo hacemos  desde la mirada de derechos, con respuestas comunitarias estamos compartiendo nuestra red para reclamar derechos y generar red que vincula.

La cifra de personas en situación de sin hogar atendidas por Cáritas Española  en 2022 es de 39.487, constatando la preocupación creciente en nuestros programas por las mujeres en situación de sin hogar.

Así durante 2022 se ha realizado una investigación sobre la situación de vulnerabilidad que viven las mujeres en situación de sinhogarismo, que nos ha permitido acercarnos a su vida y dejarnos interpelar por ella. El resultado ha sido el estudio “Un trabajo, una habitación y un gato, las mujeres en situación de sin hogar atendidas por Cáritas”, que nos invita a reflexionar y a tomar conciencia de la necesidad de incorporar esta mirada en nuestras  experiencia. Te animamos a profundizar en esta  realidad (https://www.caritas.es/producto/un-trabajo-una-habitacion-y-un-gato).

Os adelantamos que este hecho está directamente relacionado con la violencia que se ejerce de muchas formas contra las mujeres en nuestra sociedad y que tiene su efecto directo en la vulneración de derechos que experimentan. En muchos casos, esto deriva en situaciones de sin hogar en unos contextos de mayor dureza, agresividad y desprotección.

No todas las mujeres que se encuentran en una situación de sin hogar (bien por carecer de alojamiento o hacerlo en situación de precariedad, inseguridad e inadecuada) responden a las mismas causas. Así se puede diferenciar entre:

SINHOGARISMO ESTRUCTURAL

Este grupo abarca a mujeres que han estado expuestas a lo largo de la infancia y adolescencia a situaciones como la precariedad y la violencia de cualquier tipo, así como la vulneración de sus derechos (a la educación, la salud, la protección social, la participación…), elementos determinantes en su crecimiento y desarrollo. De esta forma, las situaciones desfavorables se han reproducido en su etapa adulta, por lo que el sinhogarismo estructural es resultado de la transmisión intergeneracional de la pobreza y la exclusión social y residencial.

En esta investigación se han identificado como  sucesos vitales  estresantes (SVE) que se repite entre las mujeres sin hogar:

  • El abandono parental
  • La muerte de uno o ambos progenitores a una temprana edad.
  • Una mala crianza o disfunción familiar
  • Dificulta el desarrollo de vínculos personales
  • Infancias en las que se asumieron responsabilidades a muy temprana edad.
  • La presencia del maltrato físico
  • La dificultad de convivir con la enfermedad mental

SINHOGARISMO SOBREVENIDO

Hace alusión a aquellas mujeres que, habiendo vivido SVE o no, han logrado en la etapa adulta un periodo de integración e inclusión social, y que tras la vivencia de algún suceso imprevisto y negativo (pérdida de empleo, separación, desahucio, extorsión, etc.) se han visto en exclusión residencial.

Las experiencias inferidas apuntan que existe una prevalencia de sinhogarismo estructural frente al sobrevenido y a una mayor facilidad para la reintegración social cuando se trata del segundo. Sin embargo, la tendencia se está invirtiendo debido, entre otras causas, a las sucesivas crisis económicas o al cambio social de la visión hacia la violencia de género, así como al divorcio.

Escuchando a estas mujeres, atendidas desde distintos servicios de Cáritas, las esperanzas manifestadas son: Mientras algunas aluden en primer lugar a la vivienda, la gran mayoría hace alusión al empleo, es decir, al papel activo que quieren tener en la sociedad y en su propia vida, convertirse en el agente que les provea del acceso a una vivienda. El empleo es entendido como el primer paso para tener un lugar donde vivir, y también una forma de aportar socialmente.

«Primero una situación estable, y ya cuando tenga una situación estable ya hay que pensar en otras cosas, pero hasta ahí: un trabajo, una habitación y un gato. Eso para empezar está muy bien.» (Testimonio participante en la investigación) 

En Cáritas Diocesana de Valladolid, no somos ajenos a esta realidad, pues desde el principio de nuestra acción hemos estado al lado de las personas sin hogar. En 2022 se acompañó a un total de 543 personas desde los tres principales servicios del programa.

Pero el hito que marca este año en nuestro hacer ha sido el primer Museo Sin hogar del Mundo. Facilitando un espacio vivencial, compartido, en el que los visitantes pudieron  profundizar en el  mirar y aprender de la realidad de estas personas. Desde enero a marzo, tres mil personas acudieron en Valladolid a visitar, en el claustro de la Iglesia de los Agustinos Filipinos, el primer Museo Sin Hogar del mundo. Una experiencia novedosa y participativa, surgida del trabajo conjunto de las Cáritas Diocesanas de Burgos, Salamanca y Valladolid, y que ha servido para que estas personas nos compartan  sus historias de vida. La participación activa en la preparación y desarrollo de la actividad, de las personas que se encuentran sin hogar, ha supuesto para ellas una primera Red, un reconocimiento por parte de la sociedad vallisoletana, una gran posibilidad de compartir su experiencia vital con los visitantes, una carga de energía positiva que les hace ver que pueden salir adelante. 

Como miembros de la comunidad, como personas con red de apoyo, es vital que trabajamos por la vinculación de las personas sin hogar y el acceso a sus derechos, nos afanemos en tejer red comprometida con la realidad de estas personas.

¿CÓMO?

1º – Favoreciendo comunidades que hagan propia las fragilidades ajenas, como plantea el Papa. Sentir lo que le pasa al otro como propio es fundamental a la hora de generar comunidades que sean red de relación y red de cuidados. Una comunidad se construye desde la fraternidad, y debe tener espacios de escucha y participación.

2º- Haciendo que la comunidad sea espacio de acogida y de acompañamiento a las vidas de las personas. Espacio cercano y respetuoso con los tiempos del otro, que transmita confianza, calidez y seguridad.

3º- Trabajando en colaboración con otras comunidades. Como Iglesia que quiere entenderse como comunidad de comunidades debemos estar abiertos a las realidades que nos construyen como comunidades hermanas. Y, a su vez, que quiera ser red para otras realidades que le acerquen.

4º – Generando espacios comunitarios en los que la participación de las personas acompañadas sea una realidad, facilitando espacios de opinión y expresión de forma equitativa.

5º – Juntándonos para celebrar generando espacios donde sea posible la fraternidad, desde la participación de todos y todas. La celebración comunitaria debe ser encuentro compartido de forma horizontal

Las personas que viven en situación de sin hogar sobreviven desvinculadas de la sociedad. Vivir conectados nos salva. Somos seres interdependientes, necesitamos recibir y también dar. Esta doble acción da forma a la participación. Formamos parte de, damos, recibimos y creamos comunidad.

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